domingo, 6 de diciembre de 2009
Lavoe
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Lavoe, fue el apodo que le pusieron desde niño, porque apenas escuchaba las canciones de Hector Lavoe, el famoso salsero, se ponía a bailar, y también tenía una voz ronca desde muy pequeño, tenía los pelos enmarañados, con esa mirada que desafiaba a cualquiera, era flaco, trigueño, siempre se le veía peloteando con los amigos del barrio, en el barrio, tus amigos son tus vecinos, incluso hasta tu familia, tenías que ser su amigo, sino serías el paria de la cuadra, es que así es el Callao.
Nunca le gusto estudiar o el colegio, siempre se escapaba para jugar futbol, pero Marta, su madre, que fue abandonada por su padre, un vago, alcoholico, comerciador de drogas que también las consumía, también la golpeaba, los abandono. A punta de coscorrones, Marta le quería hacer entender a Lavoe, que no quería que terminara como su padre, pero este no entendía, además en la cuadra abundaban las fiestas, las polladas y la cerveza, el cual inquietaban al muchacho.
Mientras la pobre de Marta, se rompía el lomo en el puesto del Mercado Central, Lavoe disfrutaba de la buena vida vagando con sus amigos, Marta también preparaba ceviche los domingos, en el barrio, era bien conocida, era bastante voluptuosa, algunos la conocían como La Molusco, sus brazos parecían tentaculos que se enroscaban en el cuerpo de cualquier hombre, para no dejarlo escapar y asi asegurarse su futuro y el de su hijo, pero siempre terminaba abandonada.
La primera vez que Lavoe, tuvo una pistola en su mano, solo la usaba para dispararle a latas vacías, sus amigos, le decían que tenía que ir practicando, al comienzo solo robaban bolsos en el mercado, un día Marta lo pesco, lo golpeo ese día, pero nunca pudo corregirlo, ese chico ya estaba perdido. También se iba a los bares o nights club de la Av. Dos de Mayo, para tomar, molestar a las chicas que trabajaban allí y robarle a los asiaticos que bajaban del terminal marítimo.
Cuando llego un asalto más grande, a un banco, prepararon a Lavoe, tenía que estar dispuesto a todo, bebieron un poco para perder el miedo, algunos preferían consumir coca, para sentirse los superhombres, parecía estar todo bien en el operativo, hasta que un guardia de seguridad los pesco y justo tomo del brazo a Lavoe, todos sus compañeros huyeron, pero le gritaban a lo lejos:¡Disparale y Huye!, la rafaga fue instantanea, salió un chispazo de sangre, que le dejo una mancha en la frente y en el polo, al llegar a casa, vomito todo cuanto pudo en el retrete, se fue su último rastro de compasión, esa noche no pudo dormir, ni muchas noches mas, allí perdió algo de tranquilidad, pero después se fue acostumbrado a la presencia de la muerte, hasta tener 18 muertes en su haber.
Venía y entraba del penal Sarita, estuvo varias veces allí, siempre festajaba cuando salía, Marta murio del coraje, él se quedo con la casa, hasta que se hizo adulto, le gustaba andar solo, hasta que conoció a una chica, que tenía un parecido a la voluptuosa Marta, pero que Lavoe, siempre llamaba “Marta”, algo que a ella le molestaba porque le parecía algo morboso, la abandonaba, la golpeaba, la embarazo, la obligo a abortar, la volvió esteril, hasta que ella decidió dejarlo.
Se termino pareciendo mucho a Hector, tenía fotos de él, se hizó un tatuaje de él, se vestía como él, usaba lentes de sol, aveces sombrero blanco de ala ancha, a pesar de verse rídiculo, una vez en la calle un niño le grito: Nunca serás como él. Lavoe saco su arma y le apunto al niño, este salio despavorido, asustado y llorando. En ese momento recordo a sus muertos, en ese momento se dio cuenta lo que debía hacer, se fue al cementerio, compro un ramo flores para su madre, llevo consigo la foto de Hector, a quien siempre le rezaba en las noches, se acerco al nicho y dijo: Perdoname mamá, Perdoname por todo, pero pronto lo solucionaré. Miro la foto de Hector y dijo: Perdoname tu también, pronto estaré contigo. Se dio un tiro en la frente, quedando tumbado en el piso con el ramo de flores y la foto de Hector.
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