Capítulo 4.
Conozcamos al Hada
Por fin llegó el tan deseado día; fuéronse al baile y con la mirada siguiolas la Cenicienta hasta perderlas de vista. Cuando hubieron desaparecido se puso a llorar. Su madrina, al verla anegada en llanto, preguntole qué tenía.
-Yo quisiera... yo quisiera...
Los sollozos le embargaban la voz y no podía continuar. Su madrina, que era hada, le dijo:
-¿Deseas ir al baile? ¿He adivinado?
-¡Ah!, sí; contestó la cenicienta suspirando.
-¿Serás buena?, le preguntó su madrina. Si lo eres, irás al baile.
Llevola a su cuarto, y le dijo: -Ve al jardín y tráeme una calabaza.
La Cenicienta fuese en seguida a buscarla y cogió la más hermosa que encontró, entregándola a su madrina, sin que acertase a adivinar qué tenía que ver la calabaza con el baile. Su madrina la vació, y cuando sólo quedó la corteza, tocola con su varita, e inmediatamente convirtiose la calabaza en una magnífica carroza dorada. “
Llegó el momento del ensayo, antes de contarle a Serracenicienta que iba al baile, ella me pidió, me rogó que la acompañara, me confesó que había un niño que le gustaba, pero no quería ir sola, le hice creer que iría por ella, porque era mi mejor amiga, no le conté que tenía ganas de ir y lucir ese vestido delante de otros.
Primero se dio la prueba de vestuarios, se presentó a todas las niñas que serían extras y serían las princesas invitadas al baile, obvio que el mejor vestido sería la princesa, obvio que la profesora Amor, había elegido a la mas bonita, a la más rubiecita, y lo más parecido a ella, también la odiaba por eso, la profesora se esmeraba por ayudarla a vestir y que el vestido le quedara perfecta, que ella como Cenicienta fuera perfecta, luego nos contó que ella iba a ser la Hada Madrina, no me sorprendió del todo, ese día solo ensayamos las chicas, todas ansiaban saber quien haría el papel de Principe Azul, yo solo quería saber quien era el principe de la Serracenicienta, tendría que esperar hasta la proxima semana.
Todos los días en las noches me probaba el vestido, me sentía tan superficial, pero era un placer culposo, incluso imaginaba como sería cuando fuera grande, y mi cuerpo se desarrollara, busque en el cuarto de mamá, sus cosméticos, me pinte las uñas y los labios, me atreví a usar sus zapatos con tacón, use su collar de perlas, la recordé y esa noche lloré.
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